Cómo actuar ante un ataque de epilepsia

Cómo actuar ante un ataque de epilepsia

Actualidad Médica

La epilepsia es el segundo problema neurológico más frecuente en nuestra sociedad. Sólo lo superan las migrañas. Sin embargo, se desconoce y, como todo lo que no entendemos, provoca rechazo y miedo.

Se trata de un problema provocado por el funcionamiento anormal de las neuronas en una zona del cerebro. Hay circuitos donde hay un exceso de excitación y poca inhibición. Se produce un desequilibrio, como un cortocircuito momentáneo. Lo primero que hay que aclarar es que no es una enfermedad mental, como muchos creen. “Es una enfermedad neurológica, como puede serlo la esclerosis múltiple”, aclara la doctora Mar Carreño, directora de la unidad de epilepsia del Hospital Clínic de Barcelona.

Sí es verdad que hay casos graves en que también pueden aparecer problemas psiquiátricos, como depresión, ansiedad o psicosis, pero no en todos. El síntoma más conocido es un ataque en el que la persona empieza a sufrir convulsiones incontroladas. Sin embargo, hay muchos otros tipos de epilepsia. También pueden provocar una inmovilidad o ver destellos momentáneos, de los que solo el paciente se da cuenta. Aún son muchas las incógnitas que hay sobre la epilepsia, ya que hay muchas variables.

Tipos de crisis epilépticas

Las más usuales, aunque no las únicas podrían ser las siguientes:

Generalizada: son las más conocidas y llamativas. Empiezan con rigidez de las piernas y luego convulsiones. El paciente cae al suelo, puede orinarse involuntariamente o sacar espuma por la boca.

Miociónicas: son contracciones de los músculos rápidas y breves. A veces provoca la caída de la persona. Duran unos segundos y a menudo no se le identifica con epilepsia.

Ausencia: el paciente pierde la consciencia, se queda con la mirada perdida durante unos segundos y luego se recupera como si no pasara nada. Es más frecuente en niños.

Parciales: no afecta a todo el cerebro. Puede perder o no la conciencia. Provoca acciones extrañas, como tocarse la ropa todo el rato, dar respuestas incoherentes.

¿Qué hacer ante una crisis?

– No se puede detener, así que lo principal es evitar que la persona se pueda hacer daño.
– Retirar objetos peligrosos como gafas y otros que puedan lesionar al afectado y poner algo blando debajo de la cabeza.
– Pedir a los curiosos que se aparten y que le dejen espacio.
– Aflojar la ropa si es ceñida para que no dificulte la respiración.
– Colocar a la persona con cuidado de lado, para que la saliva o cualquier líquido pueda salir sin causar asfixia.
– Si la crisis dura más de cinco minutos, llamar a una ambulancia.

Lo que no se debe hacer

– Forzar a que abra la boca o meterle algo para que no se muerda la lengua.
– Trasladarle a otro sitio.
– Sujetarlo para intentar que deje de tener convulsiones.
– Gritarle o sacudirle para intentar que despierte.
– Obligarle a tomar algo, agua o medicación.

Un errado estigma social

“Pero hay cierto desconocimiento que genera miedo y los pacientes siguen quejándose de que se vive como un estigma, sufren rechazo social y laboral -lamenta la doctora Carreño-. Los compañeros de trabajo tienen miedo de que sufra un ataque delante de ellos, sin saber que muchas veces esos ataques pueden ser solo ver luces de colores o sufrir sacudidas de un brazo.” Se ha de poder hablar abiertamente. Las personas de su entorno tendrían que poder ayudarle sin que eso supusiera marcarlo como un extraño.

Además hay estímulos, como algunos videojuegos o luces muy fuertes que pueden inducir a un ataque epiléptico y las personas de su entorno tendrían que ser conscientes de ello para avisarle.

Cómo se trata

Es una enfermedad crónica. No hay solución definitiva, aunque sí tratamientos, “lo que ha permitido que hoy entre el 70 y el 80% de los epilépticos puedan controlar sus crisis”, dice la doctora Carreño.

Algunas se pasan espontáneamente con el tiempo, como se ha visto en países en desarrollo donde no hay medicación adecuada. Las epilepsias en la infancia también pueden desaparecer en la pubertad. Hay fármacos específicos que logran equilibrar esas corrientes neurológicas. La cirugía es efectiva en algunos casos. Se localiza la zona del cerebro donde se produce ese circuito anormal y se extirpa.

Técnicas de neuromodulación. Consiste en dispositivos eléctricos que producen unas señales eléctricas de baja intensidad en el cerebro constantemente. No se conocen exactamente los mecanismos por los cuales actúa, pero consigue evitar las crisis.

Se avanza, pero no lo suficiente

La doctora Carreño admite que, desde el punto de vista médico, están estancados en el número de casos controlados. Aún hay alrededor de un 25% para los que no hay solución, a pesar de que cada vez hay más fármacos. Sí se ha conseguido que estos fármacos sean mejor tolerados y con menos efectos secundarios. Se espera que otras vías, como la investigación genética, puedan dar frutos.

Hay fármacos con menos efectos secundarios y mejores técnicas quirúrgicas. A los pacientes de epilepsia les hacen falta más buenas noticias médicas. Por eso, desde las asociaciones de pacientes y también los especialistas, se anima a la sociedad a evitar hacer más grande el problema.

En un momento en que se está intentando normalizar a las enfermedades mentales para que dejen de ser un estigma, insistimos en que la epilepsia ni siquiera es una enfermedad mental. “Es un problema neurológico. Vas al neurólogo, no al psiquiatra”, recalca la doctora Carreño.

Fuente: sabervivirtv.com

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