Complicaciones médicas de la obesidad en mujeres de mediana edad

Medicina Estética

El aumento de peso es común en las mujeres mayores, especialmente durante la transición menopáusica. En promedio, las mujeres aumentan alrededor de 0,7 kg por año durante la quinta y sexta décadas de la vida, independientemente del tamaño inicial de su cuerpo o su raza/etnia.

La obesidad y el aumento de la grasa corporal central, particularmente la grasa visceral, se asocian con consecuencias metabólicas adversas y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, que es la causa principal de muerte en mujeres posmenopáusicas. Las mujeres obesas de mediana edad también tienen más probabilidades de sufrir oleadas de calor severas más frecuentes y/o síntomas de disfunción sexual.

Además del envejecimiento, las mujeres de mediana edad están expuestas a varias influencias particulares y potencialmente interrelacionadas que promueven el aumento de peso. Estas influencias son la deprivación de estrógenos y los trastornos del estado de ánimo y del sueño, entre otros. Para el control del peso en las mujeres de mediana edad, estos factores deben ser identificados y abordados ofreciendo recomendaciones sobre modificaciones del estilo de vida.

Envejecimiento Vs. menopausia

El envejecimiento se ha asociado con el aumento de peso en ambos sexos, y en las mujeres de mediana edad existe controversia sobre las contribuciones relativas del envejecimiento Vs. la menopausia. Sin embargo, la mayor parte de la literatura existente apoya la teoría de que el aumento de peso en mujeres de mediana edad se debe al envejecimiento y los cambios del estilo de vida, y que la menopausiia no da lugar al aumento de peso después del ajuste por el envejecimiento. Aunque la deprivación del estrógeno después de la menopausia aumenta la grasa corporal total, también disminuye la masa corporal magra, de manera que el efecto neto de la menopausia sola sobre la ganancia de peso es escaso.

Las mujeres tienden a aumentar de peso con la edad, independientemente del estado menopáusico; este aumento de peso es el resultado de cambios fisiopatológicos del envejecimiento y del estilo de vida. El envejecimiento se acompaña de la disminución de la masa corporal magra, lo que disminuye la tasa metabólica en reposo. El envejecimiento también se relaciona con una disminución de la actividad física, que puede ser sutil y por lo tanto no percibida fácilmente por el individuo.

La disminución de la actividad física coincide con la disminución de la masa corporal magra. En estudios de gemelas, el factor ambiental que más afectó el peso fue la actividad física. En un estudio realizado en mujeres de 50 a 64 años, solo alrededor de la mitad informó practicar actividad física, y solo la cuarta parte informó actividad física de alta intensidad. El envejecimiento puede resultar en una disminución tanto del gasto energético basal como del total, y a menos que la mujer ajuste su ingesta calórica y/o aumente conscientemente su nivel de actividad física, el resultado del balance energético será la ganancia de peso.

La alteración del sueño también contribuye al aumento de peso en las mujeres de mediana edad. Entre varios contribuyentes potenciales a las alteraciones del sueño en mujeres de mediana se encuentran los síntomas vasomotores nocturnos (sudor nocturno), trastornos del humor, apnea obstructiva del sueño y el efecto directo de la hipoestrogenemia.

La privación crónica del sueño puede aumentare la fatiga diurna y disminuir la actividad física. En un estudio de más de 68.000 mujeres, las que dormían ≤5 horas ganaron más peso que aquellas que dormían >7 horas por noche. Los cambios del estado de ánimo que afectan a la cuarta parte de las mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas también pueden interferir con la adopción de hábitos de vida saludables y contribuir al aumento de peso.

Aunque la menopausia en sí no parece influir sustancialmente en el aumento de peso, la distribución de la grasa central, un efecto que persiste después del ajuste por el envejecimiento, la masa grasa corporal y el nivel de actividad física aumentan la grasa corporal central en forma independiente .

En otras palabras, en las mujeres de edad e IMC comparables, las mujeres posmenopáusicas tienden a tener mayor porcentaje de grasa corporal con distribución central en comparación con las mujeres premenopáusicas. De hecho, los depósitos de grasa visceral pueden aumentar hasta un 15% a 20% la grasa corporal total en comparación con el 5% al 8% en el estado premenopáusico.

Complicaciones médicas de la obesidad y la distribución corporal central de la grasa

Las mujeres posmenopáusicas obesas tienen mayor riesgo de mortalidad global. Las con un IMC >29 kg/m2 tienen 4 veces más riesgo de muertes cardiovasculares.

La obesidad aumenta el riesgo de consecuencias adversas para la salud metabólica, particularmente si hay un aumento de la grasa visceral, incluyendo la disglucemia o la diabetes mellitus tipo 2 manifiesta, la dislipidemia y la hipertensión. La obesidad también aumenta el riesgo de ciertos cánceres como el cáncer de mama y el de útero.

Por otra parte, en un gran estudio prospectivo realizado en adultos estadounidenses, el riesgo de muerte por todos los cánceres combinados fue casi de un 62% más elevado en las mujeres con un IMC ≥40 kg/m2 que en las mujeres de peso normal.

Las mujeres con sobrepeso u obesidad también tienden a tener oleadas de calor más graves o más frecuentes durante la transición menopáusica, y tienden a reportar estos síntomas más a menudo que sus pares de peso normal. Sin embargo, la pérdida de peso se asocia con la mejoría de los síntomas vasomotores.

Desde un punto de vista psicosocial, el aumento de peso en la mitad de la vida puede afectar adversamente la salud emocional, la autoimagen y las relaciones íntimas de pareja. Cualquiera de estos factores, solos o combinados pueden contribuir a la disfunción sexual.

El manejo

Los clínicos que atienden a mujeres perimenopáusicas y posmenopáusicas deben estar atentos a la presencia de obesidad y ofrecer un manejo adecuado del peso asesorando a las mujeres que experimentan un aumento del IMC, incluso cuando no se trate de la consulta específica de la paciente. La aplicación de un programa para el control del peso ideal es una intervención conductual multicomponente que incluye cambios en los hábitos alimenticios, actividad física y apoyo psicológico.

Terapia hormonal menopáusica

En ausencia de contraindicaciones para su uso se recomienda la terapia hormonal menopáusica (THM), para manejar los síntomas de la mujer menopáusica reciente. Aunque no se ha comprobado que la THM dé lugar a cambios en el peso se ha comprobado que altera favorablemente la composición corporal.

Las mujeres con THM tienden a mejorar la masa corporal, resistencia a la insulina y los niveles de lípidos, y a disminuir la adiposidad central. Estos cambios podrían explicar en parte la disminución de la mortalidad en las mujeres jóvenes recientemente menopáusicas que reciben THM comparadas con las mujeres que no la reciben.

Sin embargo, no se recomienda la THM para prevenir la enfermedad crónica, o para la prevención o el manejo del aumento de peso. Las mujeres que reciben THM para el tratamiento de los síntomas vasomotores molestos pueden, no obstante, ser asesoradas sobre esos efectos favorables para la distribución de grasa en el organismo.

El aumento de peso y el aumento de la grasa visceral son problemas comunes en las mujeres de mediana edad. Estos cambios afectan considerablemente el aspecto físico, emocional y psicosocial de las mujeres.

Los médicos deben intervenir activamente en el tratamiento del sobrepeso/obesidad de las mujeres de mediana edad y ofrecer el asesoramiento, tratamiento y apoyo adecuados. Esto incluye el manejo de temas propios de las mujeres de mediana edad como los síntomas vasomotores, los trastornos del humor y del sueño y, el asesoramiento sobre la adopción de un estilo de vida saludable.

Fuente: intramed.net

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