Cada año miles de millones de personas se desplazan por el mundo en avión. Cuando lo hacen, inevitablemente toca pasar por el «trámite» del aeropuerto. Hay que llegar entre 45 minutos y tres horas antes, facturar la maleta (si es necesario), pasar los controles de seguridad y esperar. Una larga espera en la que suele caer un café o dos y alguna visita al baño.
Por todos esos lugares por los que pasamos pasan esos miles de millones de personas cada día. Algunas con los mismos estándares de higiene que nosotras; y otras, no tanto. Así que como todo, son susceptibles de albergar una amplia comunidad de microorganismos.
Investigadores del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia en colaboración con un equipo de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) decidieron estudiar, precisamente, estas colonias de bacterias y virus que viven en los aeropuertos, con el objetivo de averiguar cuáles son los lugares en los que más se concentran.
Probablemente los váteres o los baños en general sean los primeros sitios que nos vienen a la mente, pero, según los resultados del estudio, no es así. El equipo de científicos recolectó diversas muestras tanto en superficies como en el aire del aeropuerto de Helsinki-Vantaa, el principal de la capital finlandesa, en tres periodos distintos de tiempo entre 2015 y 2016 (todos ellos durante los picos de influenza, el virus que causa la gripe). Sus conclusiones, publicadas en 2018, mostraron que las superficies más tocadas por los viajeros están repletos de virus. No solo el virus de la gripe, también encontraron otros tipos relacionados con enfermedades respiratorias como el coronavirus, rhinovirus, adenovirus.
Y sobre los lugares donde más hay, aquellos que más tocamos: las bandejas que usamos para dejar nuestro equipaje de mano, zapatillas, móviles y demás enseres para pasar por el control de seguridad; los mostradores donde nos revisan los pasaportes y donde dejamos nuestras maletas para facturar; las barandillas de las escaleras; los atriles donde cogemos las postales de la ciudad de turno para llevársela a nuestros seres queridos; y las zonas infantiles donde los más pequeños esperan jugando.
«La presencia de microbios en los aeropuertos no se había investigado antes. Los resultados refuerzan la necesidad de planificar un mayor control de la propagación de enfermedades en los aeropuertos», afirmó Niina Ikonen, autora del estudio que forma parte de una amplia investigación (PANDHUB) financiada por la Unión Europea para descubrir qué papel juegan los lugares de tránsito en la transmisión de enfermedades.
Para no contagiarnos, es necesario ser consciente de la necesidad de tomar medidas de higiene como lavarse las manos con frecuencia, dicen los científicos del estudio. Pero no todo está en nuestra mano, «los resultados también pueden ayudar a desarrollar nuevas ideas para mejorar el diseño de los aeropuertos y su mobiliario», concluyó Ikonen.
Fuente: muyinteresante.es