La obesidad eleva el riesgo de alteraciones psicológicas

La obesidad eleva el riesgo de alteraciones psicológicas

Medicina Estética

La obesidad es una enfermedad crónica de tendencia epidémica, que se ha convertido en uno de los retos más difíciles en salud pública, no sólo en países desarrollados, sino también en los que se encuentran en vías de desarrollo, además de asociarse o ser causa de muchas otras patologías de riesgo cardiovascular. Según la OMS, entre 1980 y 2014, la prevalencia mundial de obesidad casi se ha duplicado.

Existen mecanismos biológicos que regulan el peso corporal que pueden dificultar la pérdida de peso. No obstante, cada vez se tienen más en consideración los trastornos y las dificultades psicológicas que pueden acompañar a la obesidad, ya sea precediéndola, o apareciendo posteriormente y que pueden mermar la adherencia al tratamiento y condicionar su fracaso.

Relación entre obesidad y trastornos psicológicos

Existe una relación clara entre la obesidad y los trastornos psicológicos de manera que, por el hecho de tener más peso, las personas obesas son fuertemente estigmatizadas, tanto durante la niñez como en la edad adulta, lo que conlleva una disminución de su autoestima, un incremento de la ansiedad y un empeoramiento de la relación con la comida, de los hábitos de estilo de vida y de sus relaciones personales, en definitiva, de su calidad de vida.

Es importante que el profesional de la psicología cree el entorno adecuado para que el paciente exponga y exprese sus conflictos internos, afectivos y cognitivos. Habitualmente, las personas obesas, con baja autoestima tienen una imagen insatisfecha sobre su propio cuerpo y una percepción negativa del estado de salud. En una encuesta realizada por Seedo-SEO, menos de la mitad de los obesos definen su salud como buena o muy buena.

Los esfuerzos en la intervención psicológica se deben centrar en valorar y reeducar ciertas creencias de los pacientes, además de conocer las variables afectivas (gestión emocional), psicosociales y ambientales (costumbres alimentarias, hábitos, etc.). Esta variedad de procesos psicológicos implicados en la obesidad plantea la necesidad de abordar la situación de cada paciente de forma individualizada, evaluando su personalidad y su entorno.

Obesidad y gratificación a través de la comida

Es bien común encontrar en personas obesas como utilizan la comida como fuente de gratificación y como vehículo para gestionar sus emociones, por ejemplo como recompensa después de una jornada dura de trabajo o como manera para aliviar las penas o enfados. El profesional de la psicología debe enfocarse en reforzar la autoestima, ofreciendo al paciente recursos y herramientas para el control de las emociones y de los impulsos, así como técnicas de gestión de ansiedad para poder conseguir un mayor control de su ingesta.

Los pacientes con obesidad tienden a infravalorar su ingesta calórica en comparación con las personas sin problemas de peso. Minimizan la cantidad de comida que comen, no siendo del todo conscientes de que su ingesta es excesiva. Esta es una característica común con las personas que sufren otro tipo de adicciones. Para controlar esto, el profesional de la psicología debe acompañar al paciente y realizar registros en vivo para mostrar qué cantidades deben ser las aceptables para cada comida.

Asismismo, suele existir una falta de rutina en la vida diaria de una persona con obesidad:

– No tienen un horario establecido para las comidas: 50,4 por ciento de las personas obesas picotean sin comer en horarios fijos.
– Un tercio de la población suele dormir a diario menos de 7 horas y otro 12,4 por ciento no tiene una rutina establecida.
– Más de la mitad de la población pasa sentada al menos tres horas al día fuera de sus horas de trabajo o estudio.
– Terapia individualizada en el paciente con obesidad

En resumen, la terapia debe enfocarse no solo a la pérdida de peso, sino al proceso de maduración psicológica que permita tomar conciencia del problema, mejorando la calidad de vida y asentando hábitos saludables, como la actividad física, una alimentación más ordenada y saludable y lograr una mejor autoestima y percepción del propio cuerpo. También es clave concienciar al paciente de que la obesidad es una enfermedad, y remarcar que debe esforzarse para evitar recaídas a largo plazo.

Un grupo de pacientes que tienen serias dificultades para seguir un tratamiento psicológico vinculado al exceso de peso son aquellos que tienen algún trastorno de personalidad. Aproximadamente un 30 por ciento de las personas obesas que acuden a terapia expresan tener rasgos bulímicos. Además, un 50 por ciento de los pacientes con rasgos bulímicos, también presentan depresión, a diferencia de solamente un 5 por ciento de los pacientes sin este tipo de impulsos.

Tratar los trastornos de tipo afectivo como la ansiedad o la depresión en personas obesas resulta clave para un buen pronóstico. Es la base necesaria para que el paciente se comprometa a realizar el tratamiento y a cambiar sus hábitos de vida y así mejorar su salud.

Prevención: hábitos de vida saludables para tratar la obesidad

Así, la Seen, la Seedo y el COPC, consideran muy importante tener en cuenta que, afortunadamente, se puede actuar sobre la obesidad mediante la realización de una dieta saludable y de ejercicio físico, fármacos y cirugía bariátrica. No obstante, si aparecen problemas psicológicos, se debe considerar la ayuda de un experto para poderlos afrontar.

Los consejos de las tres entidades se resumen en un decálogo:

– Come de forma consciente y con todos los sentidos, sin distracciones innecesarias.
– Disfrutar de la vida no siempre implica comer.
– Busca actividades con los amigos y familiares alternativas a la comida.
– La comida no debe ser un consuelo ni un castigo.
– Muévete, haz ejercicio, te sentirás mejor.
– Pon orden en tus horarios.
– Duerme suficientes horas.
– Socialízate, no te quedes solo/a en casa.
– Cree en ti mismo, ¡Tú puedes!
– Busca ayuda profesional (psicólogo/a, nutricionista, endocrinólogo/a) si lo crees oportuno.

Fuente: seme.org

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