Endulzantes artificiales: mitos y verdades

Endulzantes artificiales: mitos y verdades

Actualidad Médica

Los más utilizados en la industria alimentaria son: sacarina, aspartamo, sucralosa de origen natural, ciclamato y, más recientemente, la Stevia. ¿Cuáles son las polémicas en torno a su uso y qué dicen los estudios científicos?

Ampliamente utilizados en infusiones, licuados, preparaciones caseras y alimentos industriales de todo tipo, los edulcorantes ya son una sustancia omnipresente en la alimentación diaria. Los nutricionistas suelen incorporarlos a las dietas como sustitutos del sobrepeso, para el cuidado dental y para el control de la diabetes. Poseen bajo o nulo contenido calórico y hacen gratos al paladar alimentos que tienen sabor amargo o desagradable. Con una historia de casi un siglo en la alimentación, pese a las controversias que se reanudan periódicamente, lo cierto es que no se registran suficientes evidencias científicas en su contra dentro del rango de la ingesta diaria admitida.

La clave es precisamente esa: la ingesta diaria admisible (IDA), un valor establecido por los organismos internacionales de salud que varía según el tipo de edulcorante y el peso de la persona que lo consume. A no preocuparse demasiado: es un límite sumamente difícil de alcanzar, según se puede ver en un informe de la FAO. Por lo demás, estudios publicados por la Organización Mundial de la Salud han avalado, por ejemplo, sus beneficios para la salud bucodental, Los más utilizados en la industria alimentaria son: sacarina, aspartamo, sucralosa de origen natural, ciclamato y, más recientemente, la Stevia. Respecto a las polémicas en torno a su consumo, para distinguir claramente el mito de la verdad, veamos caso por caso.

Sacarina

Sintetizada originalmente en 1879, fue el primer edulcorante artificial. Es 3 a 5 veces más dulce que el azúcar (sacarosa) y está considerado dentro del grupo de alimentos dietéticos y bebidas dietéticas. En 1960, un estudio mostró que altos niveles de sacarina podrían causar cáncer de vejiga en ratas de laboratorio, pero este efecto es producido por un mecanismo que no se encuentra en humanos. La conclusión de la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer, aparte de la Organización Mundial de la Salud, fue que “la sacarina no es clasificable como carcinogénica para los humanos”.

Ciclamato

En los Estados Unidos, se prohibió la venta de ciclamato en 1970 después de que una prueba de laboratorio en ratas indicó que causaban cáncer de vejiga. La objeción a este estudio fue que se realizó en estos animales un sometimiento a elevadísimas dosis de ciclamato causó cáncer de vejiga, y además se adujo que las ratas son particularmente susceptibles de padecer esta enfermedad. En conclusión, los hallazgos de este estudio fueron considerados deficientes y actualmente el ciclamato cuenta con la aprobación oficial en más de 55 países.

Aspartamo

Es aproximadamente 2 veces más dulce que el azúcar y puede ser usado como edulcorante de mesa o en postres congelados, gelatinas, bebidas y en goma de mascar. Investigaciones recientes muestran un nexo claro entre esta sustancia y el cáncer, un nexo que podría ser suficiente para que Estados Unidos retire el aspartamo del mercado.
Los fenilcetonúricos (personas con un específico error congénito en el metabolismo) no pueden consumir aspartamo, ni alimentos que lo contengan.

Sucralosa

Es aproximadamente 6 veces más dulce que el azúcar. Es producido a partir de la sacarosa y se usa en bebidas, postres congelados, goma de mascar, productos horneados y otros alimentos. A diferencia de otros edulcorantes, puede ser usada en alimentos horneados y fritos. La sucralosa es mínimamente absorbida por el cuerpo y la mayoría es excretada por el organismo. La sucralosa pertenece a la clase de químico llamada organoclorados, algunos de los cuales son altamente tóxicos o carcinogénicos. De todas formas, los humanos jamás consumiríamos las altísimas dosis necesarias para desencadenar estos efectos. Lo cierto es que faltan más datos certeros y explicaciones claras. En definitiva, todo pasa por el consumo excesivo.

La mayoría de los sustitutos del azúcar aprobados para el uso en alimentos son compuestos sintetizados artificialmente. Sin embargo, algunos sustitutos naturales del azúcar son conocidos, incluyendo el sorbitol y el xilitol, los cuales son encontrados en las frutas, vegetales y hongos.

Unas líneas aparte merecen los esteviósidos (Stevia). A pesar de ser de sabor dulce, no aumenta la concentración de glucosa en sangre (lo cual lo hace apto para diabéticos). Por este motivo se utiliza como endulzante no calórico. Es entre 250–300 veces más dulces que la sacarosa. En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una evaluación exhaustiva de los estudios experimentales recientes de extractos de stevia a cabo en animales incluyendo humanos, y concluyó que “el esteviósido no es tóxico in vitro o in vivo”.

No al exceso, sí a la medida

En septiembre de 2014, un artículo publicado en la revista Nature sugirió que los edulcorantes podrían crear las condiciones para la aparición de diabetes induciendo intolerancia a la glucosa. Según este estudio, el consumo excesivo de los edulcorantes conocidos (exceptuando la Stevia) conduce al desarrollo de una intolerancia a la glucosa a través de la inducción de la alteración de la microbiota intestinal. No obstante, aún faltan evidencias.

Los edulcorantes autorizados poseen diferentes características y se adecúan a diferentes necesidades: diabéticos, dietas de reducción de peso, no cariogénicos, etc. Mientras se continúa investigando, se sugiere no abusar de ninguno de ellos. No hay estudios que confirmen un daño a la salud cuando se consumen en cantidades sensatas. Esto es coherente con la línea de pensamiento generalizada en todo lo que se refiere a la salud: no al exceso, sí a la medida, y esto incluye a los edulcorantes.

Fuente: clarin.com

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