Cicatrices queloides: Sí hay solución

Medicina Estética

¿Qué son los queloides?

Son cicatrices anormalmente grandes, que sobrepasan el área de la herida donde se originaron. El tejido de reparación de las heridas se forma mediante las fibras de colágeno: si éstas proliferan en exceso, pueden formar cicatrices hipertróficas y queloides. Son cicatrices rosadas o del color de la piel, que sobresalen de los bordes de la herida con una superficie lisa y brillante, y de tacto indurado. Característicamente aparecen tardíamente después de la herida.

¿Por qué aparecen?

Son el producto de una alteración en la formación de las fibras de colágeno en el tejido de cicatrización. La tendencia a formar queloides depende de la propia idiosincrasia del sujeto, de su raza, del área del cuerpo donde se produce la herida, del tipo de lesión que causa la cicatriz y del cuidado de la herida durante su cicatrización. Aunque la mayoría de veces aparecen como consecuencia de un traumatismo o una herida, se ha descrito su aparición espontánea sin motivo aparente.

¿Todas las personas forman queloides?

La gran mayoría de personas, en función de los factores comentados anteriormente, tienen riesgo de formar queloides. No obstante, son más frecuentes en personas de raza negra, en algunas zonas (tórax, parte alta de la espalda, hombros, abdomen, lóbulos de las orejas y articulaciones) o tras determinados tipos de heridas (quemaduras, abrasiones, heridas sucias).

¿Dónde pueden aparecer?

Prácticamente en cualquier zona del cuerpo, aunque los queloides más frecuentes son los secundarios a cirugía cardiovascular (esternón), cirugía abdominal (cesárea, apendicitis), acné (espalda, hombros, tórax) y piercings (ombligo, oreja). Curiosamente, la cara resulta una zona donde es raro que aparezcan.

¿Son peligrosos?

No, la gran mayoría de veces son un problema exclusivamente estético, si bien no es raro que el sujeto perciba prurito, dolor, tirantez o pinchazos en la zona afectada. En ocasiones pueden ser extremadamente dolorosos a la palpación.

¿Cómo se diagnostican?

En general, el especialista realiza el diagnóstico mediante la exploración visual. Muy raramente se puede practicar una biopsia cutánea ante la duda diagnóstica, para permitir diferenciarlo de otras lesiones más raras como el dermatofibrosarcoma protuberans.

¿Cómo se pueden evitar los queloides?

Evitar la formación de queloides es prácticamente imposible si las condiciones son las óptimas para su formación. Hay personas y zonas que tienen tendencia a generar un exceso de fibras de colágeno. En las heridas traumáticas o quirúrgicas recientes, y en zonas corporales de riesgo, debe procurar hacerse profilaxis con un cuidado especial durante la cicatrización. Conviene realizar limpieza de la herida y emplear apósitos de polímeros sintéticos como la silicona (en gel o en parches). Mediante estas sencillas medidas mientras la herida está en proceso de cicatrización, la mayoría de ocasiones se observa una mejoría del aspecto final aunque no se evite la formación del queloide. La realización de masajes de la herida mientras dura el proceso de formación de la cicatriz no posee eficacia contrastada.

Tratamiento

Se dispone de muchas modalides terapéuticas, por lo que no hay un solo tratamiento que resulte definitivo ni eficaz para todas las personas. El manejo estándar de los mismos se realiza mediante la aplicación de apósitos oclusivos de silicona, corticoides (tópicos o inyectados en la lesión), crioterapia (nitrógeno líquido), la inyección local de fármacos antiproliferativos –frenan la replicación celular–, los dispositivos láser o una combinación de ellos. En función del tipo y número de queloides, de su localización y de las molestias que ocasiona, se opta por una u otra modalidad de tratamiento, siempre personalizada para cada sujeto.

No hay un único tratamiento que sea claramente mejor que los otros. Los estudios contrastados referentes al tratamiento de las cicatrices hipertróficas y los queloides arrojan resultados muy variables, con lo que habitualmente se combinan varias terapias para conseguir el mejor resultado posible. En lo que sí hay acuerdo es que cuanto más precoz es el tratamiento en el proceso de cicatrización, mejores respuestas se obtienen. En opinión del autor del presente artículo, el tratamiento con el que mejores resultados se obtienen, con una excelente relación riesgo/coste/beneficio, es la aplicación precoz de láser fraccionado no ablativo, con o sin corticoides y crioterapia combinados.

¿Es necesaria la cirugía?

En general, no. Aunque hay estudios en los que la exéresis quirúrgica combinada con la inyección de corticoides locales consigue que no reaparezcan hasta en más del 50% de los casos, no es una terapia estándar. La aparición de queloides indica que el proceso de cicatrización en esa zona o en esa persona no es el óptimo, con lo que se tiene que ser muy cauto para recomendar la exéresis del queloide. En caso de proceder a la extracción quirúrgica, es fundamental iniciar el tratamiento de forma precoz tras la misma, aplicando si fuera necesario dispositivos láser u otras terapias desde el inicio.

Lo ideal es consultar con un especialista en cuanto se perciba que la cicatriz es excesiva para la herida causante, o bien cuando ocasione molestias. En condiciones óptimas, lo mejor es empezar el tratamiento máximo entre los 3-6 meses tras el inicio de la cicatrización.

Tratamiento con láser

Hay varios tipos de láseres, y los estudios que se han presentado referentes a su respuesta son muy variables. Por lo general, en la actualidad se acepta que un queloide complejo normalmente requiere (junto o no con otras terapias) el uso de un dispositivo láser para optimizar la respuesta. El láser es una opción terapéutica más que, debido a su perfil de seguridad, eficacia y escasos efectos adversos, se considera muy válida para el tratamiento de la mayoría de queloides.

Existen distintos tipos de dispositivos láser para el tratamiento de los queloides. Las opciones más clásicas incluyen el láser de colorante pulsado (combinado o no con corticoides, 5 fluorouracilo o bleomicina intralesionales) y el resurfacing con láser ablativo de CO2 o Erbio:YAG. Estas dos opciones han mostrado ser eficaces, si bien es relativamente frecuente que presenten efectos adversos durante semanas (púrpura –manchas rojizas–, eritema, costras o despigmentación. En los últimos años se ha aplicado un nuevo tipo de dispositivo láser, el fraccionado no ablativo de 1.540 nm, que no sólo permite mejorar los queloides sino también las cicatrices hipertróficas, atróficas e hipopigmentadas. El único efecto adverso observado con este tipo de láser es la rojez e hinchazón de la zona tratada, que desaparecen normalmente en unas horas. En un estudio comparativo entre el láser de colorante pulsado y el fraccionado no ablativo, hasta el 83% de los pacientes prefirieron este último.

Fuente: dbdermatologiabarcelona.com

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