Estrés y
obesidad

Dra. Sasha Castillo Chanis
Médico General
Magister en Medicina Estética

Somos el producto de muchos años de evolución, y una de las cosas que nos ha ayudado a sobrevivir, es el desarrollo de la que se ha denominado “hormona del estrés”: el cortisol.

El cortisol, liberado en momentos de stress, produce los siguientes efectos en el organismo:

  • Dilatación de pupilas (nos permite ver mejor el peligro).
  • Mejora de la función cerebral (nos posibilita el pensar más rápido).
  • Mayor capacidad pulmonar (podemos captar mayor cantidad de oxígeno).
  • Aumento de la frecuencia cardíaca (permite llevar el oxígeno y los nutrientes rápidamente al músculo, así como eliminar las sustancias de desecho).
  • Movilización de carbohidratos y grasas; así como obtención de energía de las proteínas musculares (nos permite obtener energía de forma rápida).
  • Una vez el peligro desaparece, el cortisol sigue actuando para ayudar al cuerpo a recuperarse de la siguiente forma:
    • Aumento del apetito (para recuperar la energía perdida).
    • Estimulación de acumulación de grasa (para tener más energía para siguientes ocasiones).

Todos estos efectos del cortisol, daban a los individuos que lo desarrollaron más posibilidades para sobrevivir a la gran cantidad de peligros que les rodeaban. Estos individuos tenían más posibilidades de reproducirse y de que estas características pasasen a las siguientes generaciones.

En la actualidad, nuestro estrés suele ser emocional (tráfico, entregar un trabajo, no llegar a fin de mes…) por lo que el individuo se sobrecarga de energía de estrés que no se va a utilizar, y como consecuencia se producen los siguientes efectos:

  • Aumenta el apetito durante un período de tiempo largo, que hará que se coma en exceso.
  • El aumento de glucosa en sangre hace que se dispare la insulina, esta hormona hará que la glucosa pase rápidamente a la célula y dado que la célula no puede almacenar tan rápidamente la glucosa en forma de glucógeno, enviará parte de la glucosa a los adipocitos para que se almacene en forma de grasa.
  • El cortisol provoca una descomposición del tejido muscular, que a la larga hará que disminuya el metabolismo basal (energía mínima necesaria para vivir), con lo cual si seguimos con el mismo consumo calórico parte de la energía sobrante se almacenará en forma de grasa.
  • Unido a todo esto, también como consecuencia de la evolución, los adipocitos abdominales se hicieron más sensibles a los receptores del cortisol que otros adipocitos de otras zonas del cuerpo. La finalidad de esta adaptación era la de acumular grasa cerca del hígado, para que se pudiese utilizar rápidamente en momentos de emergencia. Y como consecuencia se tenderá a acumular mayor cantidad de grasa en la zona abdominal.

¿Cómo nos ayuda la actividad física?

El ejercicio es la mejor forma de combatir el estrés, ya que cuando haces entrenamiento de fuerza es como si estuvieses luchando, y si haces ejercicio aeróbico (natación, carrera, bicicleta…) el cuerpo lo entiende como una huida. Por eso con la realización de 20 minutos de ejercicio moderado es suficiente para tener efectos positivos sobre el cortisol. Además nos ayudará a quemar ese exceso de combustible que circula por nuestra sangre. También el ejercicio de fuerza nos ayudará a compensar la descomposición de proteínas musculares. En muchas ocasiones darle vuelta y más vuelta a un problema nos causa cada vez más estrés. La realización de actividad física nos ayudará a distraernos de ese problema. Las endorfinas que genera el cerebro después de realizar ejercicio producen un efecto de relajación.

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