La dieta mediterránea: aspectos a resaltar

Medicina Estética

La difusión a la población general de los beneficios de la denominada “dieta mediterránea” requiere una previa definición de la misma. Consiste en una dieta rica en hidratos de carbono complejos y en fibra, con un aporte lipídico principal a partir de grasas insaturadas (aceite de oliva), una baja aportación de grasas saturadas y de colesterol, y con un aporte protéico suficiente mediante pescado, legumbres, cereales, pollo y otros.

El impulso en la difusión de la dieta mediterránea como elemento clave para la longevidad saludable, es un reto que debe afrontarse conjuntamente por los distintos estamentos administrativos, científicos, socioeconómicos y culturales.

El aceite de oliva y sus beneficios para la salud

Dentro de la dieta mediterránea, el aceite de oliva juega un papel fundamental reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas ligadas al envejecimiento. El aceite de oliva puede suponer un aporte calórico hasta el 15-20% de las calorías totales diarias.

Las propiedades saludables que se le atribuyen a la dieta mediterránea se basan en la constatación de que, aunque en los países mediterráneos se consume más grasa que en los Estados Unidos, la incidencia de enfermedades cardiovasculares es mucho menor.

Las causas de tales propiedades parecen estar en el mayor consumo de productos ricos en ácidos grasos monoinsaturados, presentes en el aceite de oliva (que reduce el nivel de colesterol en sangre). También se atribuye al consumo de pescado, en especial pescado azul, rico en ácidos grasos ω-3 y, finalmente, al consumo moderado de vino tinto (por sus antocianos y resveratrol).

El vino también está asociado a otro efecto cardioprotector denominado la “paradoja francesa”. Los polifenoles estilbenos, que se encuentran en la piel de la uva y se concentran en el vino tinto, y los lignanos, presentes en las aceitunas, el aceite de oliva virgen, las semillas de lino, las semillas de sésamo y los cereales integrales están asociados con efectos protectores frente a la mortalidad.

Parece ser que la dieta mediterránea está asociada con un menor riesgo de deterioro cognitivo leve tanto durante el envejecimiento como durante la etapa de transición entre la demencia o deterioro cognitivo leve a la enfermedad de Alzheimer.

Llevar un régimen de dieta mediterránea se asocia a menor índice de obesidad abdominal, que predice el riesgo de diabetes, hipertensión, infarto o de accidente cerebrovascular.

La adherencia a la dieta mediterránea reduce en un 30% el riesgo de padecer diabetes tipo 2, sin necesidad de reducir la ingesta calórica, el peso o realizar ejercicio físico. También mejora el desarrollo embrionario y fetal, y disminuye los problemas disovulatorios y de infertilidad.

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