Mononucleosis: Causas, síntomas, tratamiento

Medicina Estética

La mononucleosis infecciosa (MI) es una enfermedad originada, habitualmente, por el virus de Epstein-Barr (EBV), aunque también puede ser causada por el citomegalovirus y muy rara vez por Toxoplasma gondii. Es una patología muy extendida que se conoce también como la enfermedad del beso o fiebre ganglionar. Entre sus síntomas principales están la fiebre, la faringitis y la inflamación de los ganglios linfáticos.

El virus EBV se transmite principalmente por la boca (vía salivar). De ahí su acepción inglesa kissing disease (enfermedad del beso). La mononucleosis se caracteriza por que el virus permanece en la saliva de la persona infectada durante la fase aguda de la enfermedad y meses subsiguientes. En ese tiempo existe peligro de contagio para los que no sean inmunes al virus de Epstein-Barr.

La mononucleosis afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. Entre los adultos se puede afirmar que casi todos han pasado en algún momento de su vida una infección del virus Epstein-Barr (EBV). Después de padecer la enfermedad, lo habitual es volverse inmune a ella, con lo que no se suele volver a desarrollar una mononucleosis.

En el caso de niños y jóvenes, los primeros síntomas aparecen entre una y tres semanas después del contagio del virus. En los adultos se manifiesta pasadas entre cuatro y ocho semanas (periodo de incubación). También es frecuente ser portador del virus y no manifestar ningún síntoma de la enfermedad.

Las molestias generales de la mononucleosis son al principio más bien poco específicas, el afectado se siente cansado y agotado. A continuación, se manifiestan los síntomas principales: fiebre e inflamación de los ganglios linfáticos. Por este motivo su descubridor, el pediatra alemán Emil Pfeiffer (1846-1921), le dio el nombre de fiebre ganglionar.

El tratamiento de la fiebre ganglionar se dirige, en primer lugar, a aliviar las molestias producidas por la fiebre y la inflamación de los ganglios linfáticos, prescribiendo reposo. No es frecuente la aparición de infecciones bacterianas simultáneas. La mayoría de los síntomas desaparecen en 15 días, aunque la fatiga puede persistir durante meses, incluso derivar en un Síndrome de Astenia Crónica. En ciertos casos, algunos pacientes pueden desarrollar enfermedades linfoproliferativas como por ejemplo síndrome hemofagocítico, granulomatosis linfomatoidea, entre otros.

La fiebre ganglionar (mononucleosis infecciosa) es una enfermedad del tejido linfático con una evolución predominantemente benigna. El patógeno es una infección por el virus de Epstein-Barr (EBV). El sistema linfático es, entre otras cosas, parte del sistema inmunitario del cuerpo. Se compone de los vasos linfáticos y otros muchos órganos, como los ganglios linfáticos, el bazo y las amígdalas. Una parte importante de este sistema son los linfocitos, que pertenecen al grupo de los glóbulos blancos. Los linfocitos reconocen y luchan contra los patógenos que entran en el cuerpo.

La infección producida por el virus de Epstein-Barr (EBV) se desarrolla de manera muy diferente según la edad de la persona infectada. Si se padece la infección por EBV a una temprana edad infantil, los síntomas no suelen aparecer. A veces, los síntomas se asemejan a los de una gripe común que se acompaña de tos, dolor de garganta y náuseas. En este caso se trata de una infección EBV abortiva.

La fiebre ganglionar puede evolucionar a crónica. En el pasado se creyó que la infección por el virus de Epstein-Barr podía ser la causa del síndrome de fatiga crónica (SFC). Sin embargo, actualmente, se considera que no existe relación entre la mononucleosis y el síndrome de fatiga crónica.

Además, existe la sospecha de que el virus de Epstein-Barr está implicado en diferentes tumores malignos que se han diagnosticado, sobre todo, en África y Asia, como el linfoma de Burkitt, un tumor de la mandíbula superior o inferior que aparece prácticamente limitado en los países africanos.

Incidencia

La mononucleosis es una enfermedad muy común y se estima que el 95% de la población la ha tenido alguna vez. Se manifiesta principalmente en niños de entre 4 y 12 años y personas jóvenes de entre los 15 y los 30 años. Aunque la mononucleosis puede padecerse más de una vez, en muy raras ocasiones son debidos a un resurgimiento de la actividad viral y solo se han visto estos casos en pacientes que han recibido trasplantes.

Causas

La infección por el virus Epstein-Barr tiene lugar normalmente en individuos inmunológicamente deprimidos. El virus se transmite principalmente por contacto boca a boca (por secreciones orales, principalmente saliva). Por eso también se conoce a la fiebre ganglionar como la enfermedad del beso. La transmisión por relaciones sexuales es mucho más infrecuente (transmisión genital).

Primeramente, los virus pasan de la saliva a las células mucosas (epiteliales) en la zona orofaríngea. En el caso de la transmisión por contacto sexual, infectan la vagina y el cuello uterino. Así, afectan a las células del epitelio cervical uterino, las células del epitelio ductal parotideo y las células del epitelio oral.

Ahí se extienden con fuerza los virus atacando los linfocitos B. Los linfocitos B son células del sistema linfático que son, a su vez, componentes del sistema inmunitario del cuerpo. Estos linfocitos B producen anticuerpos que luchan contra los patógenos que penetran en el cuerpo. El virus de Epstein-Barr modifica las propiedades de estos linfocitos B y provoca que se dividan y extiendan.

Estos linfocitos B modificados se expanden a través de los vasos sanguíneos y linfáticos por el organismo. Así alcanzan los ganglios linfáticos y otros órganos internos, como el hígado o el bazo. Los linfocitos B forman determinadas sustancias que son las responsables de que los órganos nombrados se agranden. Por eso se inflaman los ganglios linfáticos.

En el caso de las personas con un sistema inmunitario intacto, el cuerpo es capaz de eliminar los linfocitos B infectados con otras células de defensa evitando así la enfermedad. La mononucleosis también puede ser causada por el citomegalovirus y muy rara vez por Toxoplasma gondii.

Síntomas

Los principales síntomas son la fiebre, que puede ser persistente, la faringitis y las adenopatías cervicales posteriores, occipitales, retroauriculares. Otros síntomas que pueden surgir son: malestar, cefalea, dolor abdominal, náuseas y vómitos, esplenomegalia y hepatomegalia, exantema o ictericia, entre otros.

El período de incubación puede ser de entre tres y siete semanas, período que puede llegar hasta los 50 días. En niños menores de cinco años la infección suele ser asintomática, pero cuando afecta a niños de más edad o a adolescentes, pueden aparecer síntomas. En adultos jóvenes suele presentarse con fiebre y en la mitad de los casos con faringitis. La ictericia y la hepatomegalia son más comunes en estos pacientes.

En resumen, los síntomas principales son:

– Fiebre. Durante todo el proceso de la enfermedad de la mononucleosis, los pacientes padecen fiebre durante 10 y 14 días, la cual suele presentarse en forma de picos.

– Ganglios linfáticos inflamados. Al tiempo que aparece la fiebre, los ganglios linfáticos se inflaman en diversas partes del cuerpo, lo cual es otro síntoma típico de la fiebre ganglionar. En especial son los ganglios linfáticos de la garganta los que aumentan de tamaño, alcanzando diversas consistencias: pueden ser duros, blandos o esponjosos. También pueden encontrarse ganglios linfáticos agrandados en el tórax o en la cavidad abdominal.

– Agrandamiento del bazo (esplenomegalia). Alcanza su máxima expresión en más del 50% de los afectados hacia el final del proceso de la enfermedad, es decir, entre la segunda y la tercera semana. Después este agrandamiento va desapareciendo progresivamente.

– Faringitis. Una vez inflamados los ganglios linfáticos, el 80% de los pacientes desarrollan una faringitis. La faringitis es una inflamación de las amígdalas a causa de los linfocitos B (células defensoras en la sangre) infectados por el virus de Epstein-Barr.

Otros síntomas menos frecuentes son:

Agrandamiento del hígado: en aproximadamente el 20% de los casos se produce hepatomegalia. Los afectados se quejan de sensación de presión en la parte derecha del abdomen (hipocondrio derecho) y a veces su piel adquiere un color amarillento (ictericia). Los valores delas enzimas del hígado en la sangre están más elevados. Estos síntomas son más típicos en adultos.

Erupción cutánea: en menos del 10% de los pacientes, aparece un exantema. La piel adquiere un aspecto diferente y brotan pequeñas rojeces y hematomas en la piel. También pueden surgir cambios en grandes superficies cutáneas con fuerte prurito.

Fatiga: aproximadamente un 2% de los afectados padecen una fatiga crónica durante meses.

Rotura del bazo por agrandamiento. La rotura esplénica es una alteración potencialmente grave que ocurre en un 1-2% de los casos.

La sintomatología de la mononucleosis puede aparecer repentinamente, pero normalmente van surgiendo síntomas como fiebre, escalofríos, diaforesis, anorexia y malestar. Estos problemas van empeorando durante dos o tres semanas hasta que la infección desaparece, en general, de forma espontánea.

Tratamiento

La mononucleosis requiere un tratamiento dirigido a tratar los síntomas de la enfermedad. Se recomienda mucho reposo para que la fiebre y la inflamación de los ganglios linfáticos se alivien. Para bajar la fiebre se pueden recetar adicionalmente medicamentos (siempre bajo la supervisión de un médico).

En algunos pacientes, los menos, pueden aparecer complicaciones: una sobreinfección bacteriana. Por lo general, contra estas infecciones son de ayuda los antibióticos. Aquí hay que tener en cuenta que algunos antibióticos como, por ejemplo, aminopilicilinas (Rash por aminopenicilinas) puede provocar un exantema en la piel, apareciendo por todo el cuerpo manchas rosas. Es una erupción benigna que no da más problemas.

Actualmente no se dispone de un tratamiento farmacológico específico y eficaz frente a la enfermedad viral, por lo que el tratamiento de la mononucleosis infecciosa tiene un carácter sintomático, basándose en el empleo de fármacos que alivian las molestias propias de la enfermedad:

Analgésicos y antipiréticos (paracetamol y antiinflamatorios no esteroideos [AINE]), que son los fármacos de elección para tratar los síntomas más generales de la enfermedad: fiebre, dolor e inflamación. No se aconseja el empleo de ácido acetilsalicílico por el riesgo de Síndrome de Reye, ya que se trata de una enfermedad de origen vírico.

Fórmulas de uso tópico a base de antisépticos, anestésicos y antiinflamatorios, cuya indicación principal es aliviar las molestias de la zona orofaríngea.

Los corticoides, si bien acortan la duración de la fiebre, la linfadenopatía y los síntomas orofaríngeos de la enfermedad, no están indicados en el tratamiento de la mononucleosis infecciosa no complicada. Su utilidad se centra en aquellos casos en los que coexiste, junto con la sintomatología habitual, obstrucción de la vía aérea, anemia hemolítica aguda, afectación cardíaca grave o enfermedad neurológica.

El tratamiento debe incluir medidas de carácter no farmacológico, entre las que destacan la ingestión abundante de líquidos y reposo relativo para reducir el riesgo de rotura del bazo.

La utilización de antibióticos queda restringida a los casos en los que exista una infección bacteriana documentada. En este sentido, la faringoamigdalitis exudativa que acompaña a la mononucleosis infecciosa frecuentemente conduce a una sobreinfección bacteriana. En dicha sobreinfección está implicado el estreptococo betahemolítico del grupo A en un 30% de los casos. Por ello el tratamiento con penicilina o eritromicina durante diez días es necesario para prevenir secuelas postestreptocócicas. Sin embargo, no debe olvidarse que el uso de penicilinas en una mononucleosis en la que se sospeche una amigdalitis aguda de origen estreptocócico puede producir un exantema.

Prevención

La mononucleosis solo deben prevenirla las personas con defectos inmunitarios. La manera es evitar el contacto con los pacientes con mononucleosis (prevención a la exposición). Para ello, se debe evitar el contacto con la saliva de un afectado, por ejemplo, evitando usar el mismo vaso de bebida o lavarse las manos frecuentemente, son medidas que pueden ayudar.

Aunque se haya superado la infección, un paciente puede trasmitir la mononucleosis hasta 18 meses después de haberla superado. También es posible que el paciente pueda eliminar el virus de forma intermitente durante toda su vida convirtiéndose así en un portador asintomático.

Fuente: onmeda.es

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